Por Reinaldo Cedeño
Reinaldo Cedeño en el ejercicio de su labor |
“El periodismo es hacer el amor con las palabras”, respondí una vez a un colega, y casi veinte años después de haber comenzado mi trabajo, le respondería lo mismo. Y no es que el acto de amor, como el de escribir, sea siempre perfecto: unas veces se alcanza el orgasmo, otras la decepción, pero uno nunca deja de intentarlo, una y otra vez. Que se marque al que no ame para que la pena lo convierta, como dijo El Maestro.( Tomado de La Isla y la Espina)
Desventurado quien no sea capaz de agregar cada vez algún color, en el amor y en la escritura. Las palabras tienen colores y tiene olores, como la piel. Y no hay malas ni buenas, sólo aquellas que se necesitan en el justo momento. La diferencia entre una palabra exacta y una buena es la misma que entre una luciérnaga y un relámpago.Ante un martillazo sobrevendrá una palabra muy distinta a la de un abrazo. ¡Cuidado!, una sola palabra, puede salvarte la vida.
Las palabras te buscan: sólo hay que tener el oído dispuesto para escuchar el “callado estruendo” del que hablara Lezama.
Respondería lo mismo a ese colega que me interrogó sobre la esencia del periodismo… mas ahora pienso más en término de periodista que de periodismo. Las singularidades son el único camino de las generalidades. Cada quien es su propio diamante y ha de tallarse a sí mismo, de ahí dependerá la luz… apropiándonos de la metáfora de Regino Boti.
Permítaseme aún la recurrencia a una figura deportiva: así como cada árbitro de béisbol tiene su propia zona de strike, cada periodista tiene “su periodismo”, es decir sus propias formulaciones para aprehender un hecho o un diálogo, codificarlo y transmitirlo a los públicos, sean estos mayoritarios o especializados.
Sabido es que unos conectan jonrón y otros… se ponchan
Por eso no vengo aquí a dar consejos los consejos son flechas tiradas al aire, vengo a hablar de experiencias.
Pocas veces he visto escrito lo que a estas alturas sostengo. El periodista no es un “cargo técnico” como se empeñan en considerar algunos calificadores, no es un componedor de palabras ni una rueda dentada de tal o cual institución.
El periodista es por antonomasia un artista. Su materia no es el escenario, el pentagrama, ni el gesto, sino las letras, las ideas y la opinión. Y aún con la disciplina de un obrero, el periodista nunca deja de ser un artista.
Nadie puede comer “fruta”, escribió el autor de Dialéctica de la naturaleza (Federico Engels). Lo que a primera vista pudiera parecer un desaguisado se convierte en una certeza cuando damos paso a la explicación… porque mirándolo bien, “la fruta” no existe. Lo que existe es la manzana, la uva, o la guayaba; “fruta” es apenas un concepto, un constructo elaborado a partir de un pensamiento y la síntesis de determinados atributos.
Un periodista ha de tener muy claro sus conceptos, aquellos que les sirve la academia y los que perfila en su práctica… para no probar cualquier “fruta”. Por el camino, los conceptos se refunden y refundan. Algunos se ratifican y otros se corrigen, amplían, modernizan o derogan; pero han de estar ahí, como escudos. Leer más aquí
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