Nunca antes he sentido el reguetón (o reggaeton), tan cerca. Esta vez no está ni en el transporte público, ni en el altoparlante colectivo del vecino, ni en la disco, esta vez el reguetón ha tomado mi casa.
Confieso que no soy seguidor del género de moda como tampoco soy su más acérrimo inquisidor. Confieso además que nunca antes me había incomodado su presencia.
Ahora estoy alerta pues de un lado continúan las criticas a la calidad del reguetón y otro mi hijo de 11 años encarecidamente solicita las letras de Somos de Calle y Pose, de Daddy Yankee.
Juan Pablo conoce perfectamente el estribillo de los temas de marras y ahora quiere dominarlos a la perfección, sin que le falte ni una letra.
Su pasión le surgió con sus poses de bailador preadolescente, con sus aires de macho exitoso, adquiridos en su ambiente escolar.
A su edad no sabe que esos patrones rítmicos reiterativos y sencillos, con temas eminentementes callejeros llevan la discordia a otros hogares e instituciones sociales.
Una polémica de años. La manzana de la discordia
Cuando se comenzó a introducir este ritmo en nuestras calles mi hijo no se si había nacido, tal vez apenas caminaba, la fecha es tal vez un poco imprecisa a esta altura, algunos lo ubican en la década del 80.
Entonces los detractores lo acusaron de promover la chabacanería, el lujo, la lujuria, el vicio, el consumo de tóxicos entre las nuevas generaciones.
Con el paso de los años esta suspicacia se mantiene en los medios difusores de música, especialmente en la radio donde se preocupan por la necesidad de promover música con valores culturales.
En el reciente balance del Sistema Radial donde trabajo esa fue una de las preocupaciones de los participantes, apoyada por Ernesto López, Presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Mientras este debate se desarrolla los jóvenes cubanos continúan bailando su reguetón al margen de los medios oficiales.
Este mercado ha alcanzado un amplio desarrollo a través de la comercialización de CDs por los vendedores ambulantes y su reiterativa difusión por “bicitaxis” y “almendrones”, en discotecas y en las fiestas populares callejeras conocidas como bonches.
Harina de otro costal
“No es descabellado considerar al reguetón como una expresión auténtica y original” apuntan las investigadoras Neris González Bello, Liliana Casanella Cué y Grizel Hernández Baguer.
Tras los rastros del vilipendiado género concluyen las especialistas que esta manifestación ha sufrido los embates de la industria del disco al ser objeto de su manipulación.
Confieso que no soy seguidor del género de moda como tampoco soy su más acérrimo inquisidor. Confieso además que nunca antes me había incomodado su presencia.
Ahora estoy alerta pues de un lado continúan las criticas a la calidad del reguetón y otro mi hijo de 11 años encarecidamente solicita las letras de Somos de Calle y Pose, de Daddy Yankee.
Juan Pablo conoce perfectamente el estribillo de los temas de marras y ahora quiere dominarlos a la perfección, sin que le falte ni una letra.
Su pasión le surgió con sus poses de bailador preadolescente, con sus aires de macho exitoso, adquiridos en su ambiente escolar.
A su edad no sabe que esos patrones rítmicos reiterativos y sencillos, con temas eminentementes callejeros llevan la discordia a otros hogares e instituciones sociales.
Una polémica de años. La manzana de la discordia
Cuando se comenzó a introducir este ritmo en nuestras calles mi hijo no se si había nacido, tal vez apenas caminaba, la fecha es tal vez un poco imprecisa a esta altura, algunos lo ubican en la década del 80.
Entonces los detractores lo acusaron de promover la chabacanería, el lujo, la lujuria, el vicio, el consumo de tóxicos entre las nuevas generaciones.
Con el paso de los años esta suspicacia se mantiene en los medios difusores de música, especialmente en la radio donde se preocupan por la necesidad de promover música con valores culturales.
En el reciente balance del Sistema Radial donde trabajo esa fue una de las preocupaciones de los participantes, apoyada por Ernesto López, Presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Mientras este debate se desarrolla los jóvenes cubanos continúan bailando su reguetón al margen de los medios oficiales.
Este mercado ha alcanzado un amplio desarrollo a través de la comercialización de CDs por los vendedores ambulantes y su reiterativa difusión por “bicitaxis” y “almendrones”, en discotecas y en las fiestas populares callejeras conocidas como bonches.
Harina de otro costal
“No es descabellado considerar al reguetón como una expresión auténtica y original” apuntan las investigadoras Neris González Bello, Liliana Casanella Cué y Grizel Hernández Baguer.
Tras los rastros del vilipendiado género concluyen las especialistas que esta manifestación ha sufrido los embates de la industria del disco al ser objeto de su manipulación.
Apoyan la tesis que las grandes trasnacionales han ignorado las obras que abordan los aspectos sociales, para privilegiar aquellas que cantan a lo banal y lo intrascendente, al sexo y al erotismo.
De cualquier modo el reguetón esta ahí y –creo- nadie lo puede eliminar de la faz de tierra, en definitiva sirve para hacer bailar y no solo a las nuevas generaciones.
A esta altura estoy convencido de la sabiduría popular cuando expresa que los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres.
Sin la mano de Dios
Presiento que el tiempo dirá la última palabra. Mientras obtengo las letras de los reguetones para hijo; estoy convencido que ocultarlas no lo escuda del problema. En este caso considero que más vale la orientación con las temas en sus manos.
De conjunto le entregó los conceptos de mambo, cha cha cha, danzonete, danzón y son para su primer trabajo independiente de apreciación de la danza sobre bailes tradicionales cubanos.
Espero obtenga la máxima calificación en la asignatura de su sexto grado ¿y su gusto vencerá la prueba? ¿Estará entonces preparado? No hay que estar atados a la historia musical en la educación, ni buscar recetas perfectas como tampoco promover la intolerancia cultural en los medios. Válgame dios, diría la doña Ángela, desde su pose colonial del siglo XVII de personaje en la telenovela Huérfanas de la Obra Pía.
Otros artículos.
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- ¿Mala cabeza en las letras de la música popular? Hay mucha simpatía y mucha gracia en ciertas letras que denotan y detonan toda una serie de fenómenos de la vida cotidiana.
Comentarios
Saludos (A ver si este sale publicado jejejeje)